martes, 26 de diciembre de 2017

Cartografía de amenazas

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Exposición de las Operaciones Geométricas hechas por Orden del Rey;
Carlos Martínez y Claudio de la Vega, BNE, 1739-1743.
La Biblioteca Nacional ha organizado una espléndida exposición, abierta hasta finales de enero de 2018, bajo el título de "Cartografías de lo desconocido".
Todo en ella es atractivo: el edificio, la presentación novedosa de los fondos que en otra circunstancia duermen en los cajones, los textos que acompañan las piezas expuestas, los propios mapas que "tienen algo de pintura, algo de fotografía y algo de geometría; sirven para orientarse y a menudo para perderse".
Nada es lo que parece, se nos traslada en la exposición, porque tanta información ofrecen los mapas como la que ocultan, todo mapa enfatiza algunas cosas y esconde otras, y a menudo han inventado lo conocido y lo desconocido. Hay también un intento de apropiación cuando algo se representa, de tratar de imponer el lenguaje y controlar su contenido.
Con muy pequeño salto se puede afirmar que objetivos similares tienen las estrategias de seguridad, de tradición anglosajona, que son cada vez más frecuentes, cartografiar los riesgos y amenazas, representar en un papel las prioridades para nuestra seguridad, de las que lógicamente habría que derivar adquisiciones, capacidades y presupuestos para afrontar las anteriores, aunque no llegan ahí.
En este contexto se sitúa la Estrategia de Seguridad Nacional presentada por el Gobierno Rajoy este mes de diciembre, un mapa del que cabría decir en primer lugar que sale bastante difuso, porque mucho se abarca y todo en una primera lectura resulta importante, no prioriza.
Por ejemplo, áreas geográficas: "las zonas que revisten especial interés para la Seguridad Nacional (mayúsculas con generosidad) son Europa, Norte de África y Oriente Medio (¿Próximo?), África subsahariana, América Latina, América del Norte y Asia-Pacífico. No son compartimentos estancos, y las amenazas y desafíos que presentan pueden transcender fácilmente dichos espacios". Es decir, que se observa todo el planeta excepto los círculos polares.
Si todo el contenido es relevante y nada destaca en exceso sobre el resto, la interpretación lleva a que lo que realmente se quiere destacar es la importancia de la seguridad, en abstracto, curiosamente una de las competencias, si no la primera, de las que forman el núcleo duro de los Gobiernos nacionales.
Otro acercamiento puede ser lo que sus redactores han destacado como novedoso o principal.
Dice Moncloa: "La Estrategia 2017 se abre con un capítulo dedicado a España donde se marca la solidez del modelo integral de seguridad en materias como la lucha contra el terrorismo y la gestión de flujos migratorios, la recuperación económica y la apuesta por un mayor liderazgo en el proceso de integración europea".
Asimismo "la Estrategia 2017 pone énfasis en la naturaleza híbrida de los conflictos actuales, entendida como la combinación de acciones que pueden incluir, junto al uso de métodos militares tradicionales, ciberataques, operaciones de manipulación de la información o elementos de presión económica".
África, parte de Los cuatro continentes; Adrian Collaert a partir
de Maarten de Vos, BNE, 1588-1589.
Ya aparecen en dos párrafos una serie de obsesiones del actual Gobierno: la manipulación de información, la recuperación económica aunque no venga a cuento, el liderazgo internacional autoproclamado; nada se dice sobre lo anterior en las vaporosas líneas de acción. También aparecen por el texto alusiones a las víctimas del terrorismo, un clásico popular.
Entre la retórica destacan los ciberataques y el terrorismo yihadista como principales amenazas.
"La Estrategia 2017 subraya, entre las amenazas y los desafíos identificados, el terrorismo internacional, las amenazas a las infraestructuras críticas y las amenazas y desafíos en los espacios comunes globales: ciberespacio, espacio marítimo y espacio aéreo y ultraterrestre". Esta dimensión ultraterrestre es la parte más poética del documento.
Son quince los ámbitos de la seguridad nacional para los que la Estrategia asigna un objetivo parcial y diseña las correspondientes líneas de actuación estratégica: "Defensa nacional; lucha contra el terrorismo; lucha contra el crimen organizado; no proliferación de armas de destrucción masiva; contrainteligencia; ciberseguridad; seguridad marítima; seguridad del espacio aéreo y ultraterrestre; protección de las infraestructuras críticas; seguridad económica y financiera; seguridad energética; ordenación de flujos migratorios; protección ante emergencias y catástrofes; seguridad frente a pandemias y epidemias y preservación del medio ambiente".
Se echa en falta entre los ámbitos mencionados por la Estrategia la seguridad laboral (la de tener trabajo y en unas condiciones decentes) y la seguridad social, cuyo principal organismo tiene un agujero anual de 18.000 millones de euros, dos elementos que más allá de la broma están detrás del descrédito de las instituciones con las crisis de la última década, el ciudadano abandonado ante la adversidad.
Otro método de acercamiento a la Estrategia son detectar los factores coyunturales, cómo la actualidad aperece en su texto, que no son otros que Cataluña y la desinformación.
Resulta muy cuestionable incluir en un documento centrado en la seguridad menciones a "desafíos internos", "problemas de cohesión territorial", sobre todo porque no aparecen como objetivo en las actuaciones. Al menos ayudarán a datar el texto indiscutiblemente en el otoño de 2017, aunque estos ejercicios pretenden tener cierta proyección en el tiempo.
Planisferio celeste; Frederick de Wit, BNE, ca. 1688.
Como ya lo hizo el anterior documento de 2013, en 2017 la Estrategia vuelve a insistir en el sistema de seguridad nacional, la estructura administrativa creada para estos asuntos, que pide a gritos la existencia de un consejero de seguridad nacional, un responsable de peso político al frente del que hoy carece; y vuelve a quedar en la indefinición el denominado comité de situación, el órgano ejecutivo que no se ha reunido de forma extraordinaria ni una sola vez, ni ante los atentados en Cataluña del pasado agosto, los primeros con víctimas mortales por terrorismo yihadista en España desde 2004.
La Estrategia será presentada en el Congreso por el director del Gabinete de Rajoy -actualmente en relevo-, que no por el presidente, lo que indica la escasa voluntad pedagógica del Gobierno en estos asuntos aunque abunden las referencias a extender una cultura de la seguridad entre la ciudadanía y se repita mucho eso de la "política de Estado" que más parece ahuyentar la crítica que buscar el acuerdo.
Cualquier informe que analice el presente, indicios de futuro y escenarios posibles es atractivo. Resulta que por tradición y disposición de mayores recursos en muchas ocasiones este tipo de informes, con el apoyo de especialistas universitarios y think tanks afines, se realiza en el ámbito de la seguridad y la defensa, lo que implica una deformación natural por su financiador y destino; el futuro se presenta amenazante.
Existe la percepción de que vivimos tiempos confusos y de cambio acelerado.
Ante tales fenómenos el análisis estratégico y la prospectiva ayudan a sistematizar la información, a estimular la apertura mental y a generar conocimiento orientado a la toma de decisiones sobre asuntos públicos, según sostiene el analista Javier Jordán.
Bienvenido pues, independientemente del resultado, el ejercicio llamado ESN, pero que poco aclara.
La exposición de la Biblioteca Nacional se pregunta en un texto: "¿cómo gestionan los mapas la desinformación y el desconocimiento?". La respuesta, también en la pared, un par de salas más adelante, en forma de cita: "Un mapa es una ficción controlada". Como la Estrategia de Seguridad Nacional 2017, que en menos de un mes caducará al menos en el nombre.

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martes, 19 de diciembre de 2017

Españoles por elección

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Foto de El País, 18-9-2017, que ilustra reportaje
sobre españoles de origen extranjero.
En tiempos de competencia por el tamaño de la bandera, de sacralizar la nación, la identidad y el sentimiento, nos podemos plantear algunas preguntas.
¿Qué es ser español en 2017? ¿Cómo recuperar nuestro mejor pasado? ¿Qué deberíamos hacer porque lo que vemos no nos gusta? ¿Cómo imitar a otras nacionalidades con mayor renta por cabeza y un mástil con bandera en el jardín?
Pues nada de esto se encontrará en esta columna, ofrezco sociología, estadística, si no conocemos el escenario los comentarios serán siempre construcciones en el aire.
Pongamos frente a frente nuestros prejuicios y emociones contra el Instituto Nacional de Estadística.
El INE nos cuenta en una de sus últimas notas que 151.000 residentes extranjeros en España adquirieron la nacionalidad española en 2016.
La adquisición no ha sido pagando, sino por tiempo de residencia, que la normativa establece en diez años de forma legal, continuada e inmediatamente anterior a la petición, como criterio general, que se reduce a dos años en el caso de los nacionales de países iberoamericanos (incluye Brasil), Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal o personas de origen sefardí.
La nacionalidad de origen más frecuente entre las personas que consiguieron la nacionalidad española en 2016 fue la de Marruecos (37.000), seguida de una decena de países sudamericanos como Bolivia, Ecuador y Colombia (15.000 cada uno) y luego con cifras menores República Dominicana, Perú, Cuba, Argentina, Brasil y Paraguay.
Resulta curioso que 26.500 de la cifra total nacieron en España, en su inmensa mayoría niños menores de diez años.
Como apunte breve, nacer en España de padres extranjeros no otorga la nacionalidad en automático, hay que esperar al menos un año para hacer los papeles (en otros países allí donde apareces al mundo te dan el pasaporte).
Como es lógico, con el DNI en la mano, todos los anteriores desaparecen de las estadísticas de extranjeros, que a fecha de hoy son 4,5 millones, el 10% de la población, peso a la baja, aunque subirá en breve. Marruecos, Rumanía, Reino Unido, China e Italia encabezan las mayores comunidades extranjeras en España, donde se observa que los países iberoamericanos han desparecido de los primeros puestos.
Volviendo a los nacionalizados, ¿qué conclusiones podemos sacar?
Pues que estos compatriotas decidieron en su día venir a España probablemente buscando trabajo, han residido uno o dos lustros entre nosotros y han solicitado la nacionalidad voluntariamente, podrían haberse quedado con la de origen porque tienen su situación regularizada, en caso contrario no aparecerían en los censos. Es decir, que suman permanencia prolongada en el país y, más importante, la voluntad de ser españoles.
Podríamos afirmar que son españoles por elección, no por nacimiento.
Otra deducción de las cifras es que el apellido e incluso la religión ya no son en España indicadores automáticos de nacionalidad.
El asunto es oportuno por ejemplo para relativizar los análisis por nombres o por religión derivada del apellido que se han publicado a partir de las listas electorales para las autonómicas en Cataluña del 21-D.
La religión no es un país (gracias, lectora), y la presencia de candidatos de origen extranjero es cada vez más frecuente, en ningún caso representan aún su peso equivalente en la sociedad española, lo extraño ha sido su ausencia salvo casos aislados hasta muy recientemente.
Por tanto, la diversidad de la sociedad española es sociológica y estadística, además de cultural, ideológica, religiosa y deportiva.
Los 150.000 nuevos españoles de 2016 se suman a otros 114.000 en 2015, a 205.000 en 2014, a 225.000 en 2013, y aquí el INE corta la información por motivos desconocidos e incomprensibles.
Acudiendo a otras fuentes (Eurostat, que seguro que bebe del INE), la relación continúa con 94.000 extranjeros nacionalizados en 2012, a 114.000 en 2011, a 123.000 en 2010, fueron 79.000 en 2009, 84.000 en 2008, sumaron 71.000 en 2007 y 62.000 en 2006.
Con lo anterior podemos decir que millón y cuarto de personas han escogido en la última década ser españoles, voluntariamente, tenían otra nacionalidad, están dispersos por toda la geografía nacional y son indetectables con la prueba del carbono 14.
Estudios recientes sobre la segunda generación de inmigrantes..., error, la inmigración no se hereda, mejor decir que los hijos de inmigrantes presentan una integración generalizada en la sociedad, que se refleja en las bajas experiencias de discriminación y en los altos niveles de auto-identificación con el país que no diferencian a los hijos de inmigrantes nacidos en España de los hijos de españoles.
Con dos apreciaciones: menor nivel medio de renta; y, a pesar de un uniforme abandono de creencias religiosas, más dificultades para las personas de confesión o familia musulmana, que en casos de discriminación por estos motivos -siempre minoritaria- recibe dos nombres, aporofobia -rechazo al pobre, universal, nadie rechaza a un multimillonario cualquiera sea su origen- e islamofobia.
Millón y cuarto de personas, sólo en la última década, son españoles porque así lo han querido, no por el azar del lugar nacimiento, tan españoles como el nacido aquí que ata al perro con la bandera de España en la correa.
¿Pondrán estos nuevos compatriotas banderas en el balcón? No les hace falta.

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martes, 12 de diciembre de 2017

Artillero de la libertad

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Así ha definido la ministra de Defensa, en reciente visita al periódico La Razón, a los medios de comunicación, a la prensa: artillería de la libertad.
Ya lo veo escrito en tarjetas de visita y estado de redes sociales, nada de consultor de comunicación, comunicólogo ni community manager: artillero de la libertad, a su servicio, y en primer tiempo de saludo.
Si eres ministro de Defensa del cielo te caen los clavos y las metáforas militares, lo que puede continuar, si no lo ha hecho ya, con expresiones como infantes de los derechos humanos, marines de la democracia, boinas verdes del progreso, legionarios de Cristo, bueno, legionarios de Cristo no ha funcionado bien..., fórmulas cambiantes dependiendo del auditorio, y mil variaciones entre especialidad militar y buena causa hasta llegar a los soldados del amor que cantaba Marta Sánchez a nuestras tropas en aquellos 90 en los que Irak destruyó Kuwait y EEUU comenzó la larga aniquilación de Irak en compañía de otros ("Entre nosotros no hay guerra ahora, vivimos al ritmo de un mismo tambor...").
En los recopilatorios de citas la frase artillera referida se adjudica a Hans-Dietrich Genscher, ministro de Asuntos Exteriores de la RFA entre 1974 y 1992, dieciocho años nada menos con la cartera a cuestas; también se encuentra atribuida a Hans Christian Andersen, que comparte con el anterior el Hans. Si no está clara la autoría, no es de ninguno o no es oportuna.
El contenido de mayor interés en esa intervención de De Cospedal no fueron las citas sin autor, sino el anuncio algo inconcreto de crear un grupo de trabajo en el Congreso entre parlamentarios y responsables de medios de comunicación para abordar la "guerra de la información" y las "fake news" o noticias falsas, porque para la ministra este tipo de noticias constituyen "uno de los mayores retos para los sistemas de defensa de las democracias". Resumiendo, la ministra propone que otra institución analice una preocupación propia en una dirección que sólo puede ser de limitación de la libertad de expresión a poder ser del contrario.
Días más tarde concreta algo afirmando que el Ejército ya se prepara para el asunto: "La desinformación y la intoxicación son armas potentísimas que han difuminado de manera muy clara nuestro campo de batalla", y nos cuenta el medio que acogió esta segunda intervención (El Economista) que se está reforzando al ejército para hacer frente a "la guerra de la desinformación" con el desarrollo de nuevas capacidades, tecnologías, plataformas y preparación para "luchar con ello". ¿Luchar con ello?
"Es fundamental una información veraz para la continuidad de la democracia", aseguró De Cospedal.
La industria de Defensa presente en ese foro se sube al carro de la ministra, por la información -“Es muy barato y desestabiliza muchísimo", sentenció un directivo de Indra- o porque anuncia también un nuevo ciclo inversor en el Ministerio, también sin concreción. Los mejor informados y más cercanos al asunto nada apuntan de armamento para esta nueva guerra de la información y mencionan buques y vehículos convencionales, los de cualquier guerra fría ya conocida, normalmente la última o la penúltima, fragatas antisubmarinos y cazas.
Qué se querrá decir con que el Ejército (¿Tierra, Aire, Fuerzas Armadas?) ya se está preparando. No parece que se refiera a la veintena de publicaciones periódicas y corporativas que financia el Ministerio o al menos los cinco gabinetes de prensa (Ministerio, cada uno de los tres ejércitos y el JEMAD), todos difundiendo mensajes los siete días de la semana dirigidos hacia los convencidos, quizá sea ésa la estrategia, dirigir la potencia comunicadora del Ministerio de Defensa también hacia el exterior y los no uniformados-militantes.
Difícil pensar en luchar contra la desinformación si no es con información, por lo que la consecuencia lógica tendrá que ser a corto plazo la oferta pública de miles de empleos en el campo de la comunicación y el periodismo.
Una alternativa o acción complementaria sería también que el Ministerio de Defensa entrara de lleno en la manipulación emocional automatizada, enjambres de bots, perfiles falsos y basura por el estilo.
Para ser honesto hay que reconocer que el asunto de la posible reacción a las noticias falsas sobrepasa a De Cospedal, quien únicamente se ha sumado con entusiasmo a una campaña más general, ella es sólo una soldado del amor en la lucha contra la desinformación.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional, demostrando una agilidad que le resta consistencia, hace referencia a que "la manipulación de la información por parte de agentes externos ejerce de factor de influencia en la era de la posverdad, con efectos negativos en la cohesión social y la estabilidad política". Como prueba de haber sido incluida a penúltima hora, la desinformación no aparece en las líneas de acción de la estrategia, o no se sabe aún que hacer contra ella.
Coincidamos en que el asunto interesa a todo el Gobierno y que además la Comisión Europea acaba de aprobar un presupuesto adicional de 800.000 euros para esta lucha, lo que permitirá la contratación de compañeros de profesión  si no lo gastan exclusivamente en tecnología.
Cabe una interpretación diferente a todo lo anterior, a la propuesta de la ministra, a las declaraciones amenazantes que proliferan, una alternativa cuya simple posibilidad aconseja mantener la alerta: que se quiera imponer una disciplina militar a los medios de comunicación, a los periodistas o a la propia información; que la presencia abundante de información averiada o inventada provoque la imposición de un pensamiento único por parte de quienes tienen la sensación de estar perdiendo el monopolio de la difusión de mensajes.
Ya abierto el libro de citas, encuentro: "En ningún momento es la libertad de expresión más preciada que cuando uno se golpea el pulgar con un martillo", dijo un periodista norteamericano llamado Marshall Lumsden.
Cuidado con los martillos.

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martes, 5 de diciembre de 2017

Europa social y militar, juntas o ninguna

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
En este otoño de 2017 la Unión Europea ha registrado dos avances políticos relevantes, uno en el ámbito militar y otro en el social, dos campos aparentemente desconectados, hoy raquíticos, que de avanzar supondría la consolidación del edificio comunitario.
Con el boato que merecía la ocasión, en la cumbre de Gotemburgo (Suecia) del 17 de noviembre se promulgó el llamado Pilar Social Europeo; firmaron Comisión Europea, Consejo Europeo y Parlamento Europeo, los tres bajo responsables políticos conservadores.
¿Qué ha ocurrido para tamaño consenso? Pues la coincidencia en el diagnóstico: Europa no respondió ante los ciudadanos bajo la crisis financiera, social, política e institucional que ha marcado los últimos años, traducido en desafección hacia Gobiernos nacionales y también hacia Bruselas. La descomunal movilización de recursos públicos no se destinó a proteger a un ciudadano a la intemperie.
En lenguaje comunitario el edificio se sostiene hoy sobre tres pilares: el mercado compartido, la política exterior y los asuntos policiales-judiciales.
Éste sería un cuarto pilar de la UE de derechos sociales a partir de una serie de principios estructurados en tres categorías: igualdad de oportunidades y de acceso al mercado de trabajo (educación y formación, igualdad entre sexos, apoyo activo para el empleo); condiciones de trabajo justas (y de calidad, salarios decentes, respaldo en caso de despido, equilibrio entre las vidas profesional y privada); y protección e inclusión social (educación y asistencia infantil asequibles y de buena calidad, prestaciones por desempleo, renta mínima, pensiones, sanidad, acceso a servicios esenciales como vivienda, transporte, energía o comunicaciones digitales).
En relación con el segundo asunto militar, el pasado 13 de noviembre los ministros de Exteriores y Defensa de 23 Estados miembros firmaron una notificación conjunta sobre la PESCO, siglas que responden a la cooperación estructurada permanente en materia de seguridad y defensa.
Se trata de "mejorar la coordinación e incrementar la inversión en defensa y cooperación en cuanto al desarrollo de las capacidades de defensa".
Entre los compromisos de los que se habla la UE figuran "el aumento constante de los presupuestos de defensa" e iniciativas como incrementar las inversiones materiales, los proyectos de capacidades colectivos e industriales y los gastos dedicados a innovación.
En el documento aparece en 15 ocasiones el término "vinculante" ("binding"), asociado casi siempre a "compromiso", lo que refleja la intención de acabar en este asunto con las declaraciones gaseosas.
Síntoma del estado de ánimo que se ha creado o se quiere transmitir, el editorial de la Revista Española de Defensa (medio oficial del Ministerio), junto con loas algo impúdicas al primer año de De Cospedal al frente de la casa, añade eufórico que "España, junto con Alemania, Francia e Italia, ha liderado en los últimos meses el decidido empeño de la UE por conseguir una auténtica Europa de la defensa".
Hasta el momento tanto el Pilar Social como la PESCO son ya bastante más pero sobre todo una declaración de intenciones que se tendrán que concretar en un plan de acción y en el presupuesto.
Según el funcionamiento de las instituciones comunitarias, nos encontramos en la actualidad bajo el marco financiero plurianual 2014-2020, por lo que hablaríamos ya del siguiente quinquenio y ahí debería figurar con sus dotaciones el nuevo pilar y medio de la UE, supuestamente -hasta que se confirme no será definitiva- con la salida del club y de sus cuentas del Reino Unido y contando con que la comunidad se pueda o se quiera seguir financiando con el actual 1% del PIB, que no parece elevado para afrontar objetivos ambiciosos.
Tanto la Defensa como los servicios sociales son hoy competencias nacionales, ligadas a la soberanía nacional, núcleo de los Gobiernos centrales, cada vez más centrados en un discurso securitario, y en el caso español el Estado social descansa principalmente en las Comunidades Autónomas; en ninguno de los dos casos se habla hasta el momento de ninguna cesión de soberanía.
En el apartado social confiemos en la capacidad demostrada de transformación del capitalismo tras las crisis de la última década, también en la sensibilidad social del conservadurismo centro y noreuropeo, ya que no hay contramodelo -real o sospechado- frente al que reaccionar al otro lado de los Urales ni la socialdemocracia vive su mejor momento electoral para imponer su programa.
Si la Europa política continúa siendo principalmente un mercado no requerirá ni avanzará una política común o coordinada de Defensa, como mucho progresará lo afectado por intereses empresariales, siempre ligados hoy a la innovación y desarrollo tecnológico.
En contra de lo que se escucha en foros sectoriales, la seguridad no garantiza el Estado del bienestar o la convivencia pacífica y el ejercicio de las libertades, sino que es una consecuencia.
La Defensa protege una comunidad política y si ésta no existe no resulta necesaria su protección militar; porque no hay realidad política creíble que carezca de un componente social consistente.
Por paradójico que resulte, la Europa social y militar comparten el mismo futuro; porque sin pilar social compartido no hay Europa ni entonces habrá política común de Defensa.

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